domingo, 13 de junio de 2010

Capítulo 2


El sonido del timbre me hace saltar del susto. Expiro hondo con la mano sobre mi pecho. El corazón me va a mil por hora. Respiro de nuevo y vuelve a su ritmo mientras me levanto del suelo y camino despacio hacia la entrada. Mi cerebro olvida la camiseta, olvida que se fue y que aún le quiero. Mi corazón también. Sabe que no puede ser él y ni el sonido del timbre le ha hecho cambiar de opinión. Comienzo a pensar quién puede ser, ¿el cartero?, ¿mi vecina?, ¿Ana?.
Abro la puerta y un hombre de unos cincuenta años está plantado en el porche con las manos sobre los hombros de un niño de unos 15 años. Los dos sonríen. Él hombre tiene un enorme bigote que casi sobresale de sus orondos carillos. Viste traje y corbata aunque no es elegante. Tiene un semblante divertido.
Después miro al niño que aún sonríe. Pantalón ancho, camisa ancha, flequillo largo… Un niño de 15 años.
‘Hola, tú debes de ser Virginia…’
Ambos entran en mi casa y se plantan a mi lado. ‘Yo soy Sam y el es Paul. Es un placer conocerte.’
Me tiende la mano pero estoy tan confusa que tardo varios segundos en estrechársela. El niño se acerca y me da un beso en la mejilla.
‘Joer, que casa tiene’ añade mirando a su alrededor y entrando en la cocina.
No salgo de mi asombro. ‘Pero ¿quiénes so..?’
Otro hombre está en el umbral de mi puerta. También sonríe. Parece Sam pero sin bigote y algo más joven. Esta vez me fijo también en su equipaje. Dos fundas de guitarra, una en cada hombro. Entra a trompicones en mi casa y las deja en el suelo con sumo cuidado.
‘Yo soy Michael’
Levanta la mano en forma de saludo y acto seguido  se toca el estómago. ‘Disculpa, ¿podrías decirme donde está el baño?’
Siento que estoy en una de esas películas sin sentido de los hermanos Marx. ¿Estaré soñando? Me pellizco el brazo pero el dolor es real. Michael me mira encogido sobre sí mismo con ambas manos apretándose la barriga.
Incrédula le señalo la primera puerta junto a la escalera. Acto seguido, busco con la mirada a Sam y Paul.
‘Parece que a Michael no le ha sentado demasiado bien el desayuno’ exclama Sam soltando una risita.
Paul también ríe con la boca llena de galletas. Mis galletas.
Suspiro una vez más y apoyo mi mano en la puerta intentando pensar. ¿Qué está pasando? Pero cuando alzo la mirada hay otro hombre mirándome. Es más joven, rubio y muy delgado. De su boca cuelga un cigarrillo casi consumido.
‘Virginia… así que eres tú. Aquí James, aunque puedes llamarme Jimmy, ¿te importa que meta todo esto dentro?’ – añade señalando hacia un montón de instrumentos metidos en cajas de cartón.
Doy un paso atrás y le hago una breve reverencia indicándole la cocina.
‘Estás en tu casa’.
No sé quienes son ni que quieren pero ya todo me da igual No sé si reír o llorar. Si salir corriendo o llamar a la policía. Me apoyo en la pared y Jimmy pasa de nuevo frente a mi en busca de más cajas.
‘¿Se puede saber quién coño sois?’ exclamo con ambas manos en mis caderas.
Jimmy que en ese momento lleva una enorme caja con varios platillos se para delante de mí aún con la colilla en la comisura de los labios.
‘Tranquila, vamos con él’  dice señalando con su cabeza hacia las cajas.
Impasible, se queda frente a mí tapándome la visión de la puerta. Doy un paso a la derecha, otro atrás y el corazón se me detiene.
Él camina despacio hacia la entrada con una maleta en la mano. Él lleva traje negro, corbata negra y camisa blanca. Tiene la mandíbula apretada, en tensión. Dos pasos, un paso y lo tengo frente a mí. El suelo se abre bajo mis pies.
‘Hey’ saluda pasando a mi lado y dirigiéndose a la cocina.
Me quedo donde estoy durante unos segundos. Minutos quizá. Ese olor, ese aroma ahora sí tiene cara y ojos marrones. Tiene cuerpo de metro ochenta y cinco de altura y cabello marrón, hacia un lado, con algunas canas en las patillas. Ese trozo de algodón tiene nombre: Jack.

3 comentarios:

  1. Hoy... hoy supongo que he dado un paso atrás, no supongo, lo he dado; como hago aquí, comenté mis impresiones sobre el primer capítulo, también del tercero, pero ahora estoy dando un paso atrás, retrocedo al segundo, ¿por qué? Porque hoy me siento identificada con lo que siente Virginia en el primero, pero también en el tercero, porque no es un sueño sino una realidad...

    No sé muy bien qué hago aquí contando algo muy personal, no sé... este blog nuevamente llega en un momento difícil de mi vida, y aunque no sea mío me siento parte de él, sé que detrás hay una persona a la que debo mucho. Mylo, quien en su día me ayudó sin saberlo, años después te descubrí como persona Virginia y también me ayudaste. Saber que hay distancia física me permite dejar mi huella sabiendo que nadie saldrá herido...

    Cualquiera que me lea pensará en este instante que desvario,y es normal.

    Siento esto, pero así me ha salido.

    Gio

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  2. No desvarías. Todo lo que dices es cierto y es precioso. Lo que tú tienes es el don de sentir más que nadie y eso es lo más maravilloso que alguien puede tener en esta vida. Sientete afortunada Gio.

    Un abrazo,

    Virginia.

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  3. Gracias Virginia.

    Te quiero.

    Un abrazo inmenso.

    Gio

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