domingo, 20 de junio de 2010

Capítulo 4


El sol se pone en el horizonte mientras la libreta yace boca abajo, a mi lado. La marea llega hasta mi boca haciéndome reaccionar. Abro los ojos pero no quiero despertar. Veo las hojas manchadas de tinta y tras incorporarme las recojo poco a poco hasta ponerlas todas en su sitio. Empapada me abrazo a mis rodillas y miro al mar. Los ojos me duelen de tanto llorar y tengo la garganta reseca de los gritos.
Es el dolor lo que me recuerda donde estoy y quien está a unos metros, en esa casa antes solitaria. Niego con la cabeza una y otra vez intentado olvidar su cara al cruzar el umbral de la puerta y su ‘Hey’. Porque la última vez que miré esos ojos fue hace demasiado tiempo.

(Un año antes…)
Recuerdo esa mañana como la última de mi vida. Es septiembre y me he levantado temprano para caminar por la playa. Cuando vuelvo a casa Jack estaba sentado en la barra de la cocina dándole vueltas al café. Tiene la mirada perdida y unas inmensas ojeras bajo sus preciosos ojos marrones. La corbata mal hecha, el pelo enmarañado y un semblante que le acompaña desde hacía más de dos meses.
Me acerco a él por la espalda y le abrazo con fuerza enterrando mi nariz en su nuca.
‘Buenos días’
No hay respuesta. Hace semanas que no la hay. Despacio me aparto de él y tras llenar mi taza de café me siento a su lado.
‘¿Vas al hospital?’
El asiente con la cabeza y le da un rápido sorbo al café. Sigue sin mirarme a los ojos.
‘Ayer llegaste cuando ya estaba dormida y no pudiste contarme qué tal te fue la reunión con Mayer. ¿Alguna novedad?’
Se levanta con brusquedad de la silla y deja  la taza en el fregadero. ‘Ninguna novedad’
‘Jack, espera’
Le sigo hasta la puerta de entrada haciendo que se de la vuelta hacia mí.
‘Sé que ha sido duro pero todo saldrá bien, ya verás. Eres un gran médico, todos lo saben.’
Doy un paso más hacia él y le arreglo la corbata. Él mira el nudo y luego levanta la vista hasta mis ojos. Lo que veo en ellos me rompe el corazón.
‘Ya no sé lo que soy’
Acercándose aún más me rodea entre sus brazos con fuerza.
‘No sé quien soy…’
Siento sus lágrimas en mi cuello, su boca en mis hombros, su dolor, su pena… Pero no sé qué decir. Le abrazo durante unos segundos aguantando mis lágrimas, incapaz de pronunciar palabra.
‘Te quiero Jack . Recuérdalo cuando estés perdido, no lo olvides nunca… por favor…’
Mis palabras le golpean devolviéndolo a la realidad.  
Su boca se acerca poco a poco a mi oído. ‘Yo también te quiero’
Se deshace lentamente de mi abrazo y tras coger el abrigo abre la puerta de entrada.
‘Adiós Virginia’.

1 comentario:

  1. Hoy me siento más identificada con Jack, parece como si me pudieras ver desde un agujerito y entrar en mis sentimientos para después plasmarlos en palabras.

    Si me permites, me voy a apropiar de la frase que le dices a Jack, pues creo estar segura que también pronto me la dirás a mí.

    Gracias Vir

    Gio

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